martes, 23 de octubre de 2012

Segundo día, hasta quebrada del León

Lo empezamos con un desayuno normal: café con leche, pan de centeno con mantece y dulce de leche. Armamos las alforjas, pasamos por el supermercado, se nos hizo tarde, y partimos.
El itinerario original contemplaba llegar el primer día a Trevelín. Por eso mismo no habíamos contemplado la Quebrada del Huevo: una subida fulminante en 3 etapas.
El esfuerzo valió la pena, en el mirador sacamos varias fotos, almorzamos, y nos tomamos un merecido descanso.
Al empezar la bajada hacia el parque los Alerces, Augusto nos alcanzó en su remisse, armamos la bici y continuamos el viaje.
El parque los Alerces no posee desperdicio alguno en todos sus paisajes. La mayoría del tiempo uno es parte de una paronámica de almanaque. Llegamos al lago Futalaufquen, lo que multiplicó la espectacularidad del ambiente. En contraste, la rusticidad del ripio y las aspereza de las subidas, nos desgastan físicamente.
Como estaba previsto, no había campings con servicios habilitados, con lo cual buscamos uno libre. Así es que paramos en Quebrada del León. Armamos las carpas, encendimos la fogata y cenamos a orillas del lago.
La anécdota del viaje fue protagonizada por quién suscribe. Cerca de las 4 de la mañana, la fogata se reavivó de forma vigoroza. Como tolero poco la luz, me desperté, y molesto me vestí para salir y apagarlo.
Tengo una linterna de 900 lumens que se ubica tanto en la cabeza como en el manubrio. Con esa potencia lumínica salí. Cuando sin querer apunté la cabeza hacia mi espalda, ahí los ví. Dos ojos que me miraban. Dos ojos amarillos. Dos ojos que reflejaban la luz. Ojos con sed de sangre (o de resros de basura). Cruzamos las miradas durante 3 segundos eternos. No atiné a moverme.
Por algún motivo cósmico, los ojos de la bestia se apartaron del cruce miradas.
Aaaah... la anécdota está mejor contada por otros, pero resumiendo, pedí ayuda, separamos los leños para que ardan menos, y mi valentía quedó cuestionada.
Al día de hoy no sabemos si esos ojos pertenecían a un gato, un zorro, o un velocirraptor.

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